Esta tarta de limón, queso y leche condensada es una auténtica delicia, y además tiene un añadido, y es que no necesita horno!!! Y eso es de agradecer en verano, porque aunque ya han aflojado algo las temperaturas, aun sigue haciendo bastante calor como para ponerse a encender el horno, aunque yo tengo que confesar que lo he encendido esta semana en dos ocasiones.
Esta tarta se puede presentar también en vasitos, que tanto están de moda y que además a mi me gusta mucho, ya que te ahorras el tener que estar cortando porciones. El montaje es el mismo que en formato tarta, primero la base de galletas y mantequilla, luego el relleno y por último la decoración.
Para la base de galletas podéis usar las que más os gusten, oreo, chiquilín, de avena.... Yo he usado unas galletas speculoos que me traje del viaje que hicimos a principios de Julio por Francia. Son unas galleta que en casa nos gustan mucho a todos, me vine cargada aunque ya no hay rastro de ellas. Habrá que conformarse con las que venden en España!
Yo la he decorado con ralladura de limón, pero le podemos poner chocolate picado, frutos secos.... es bastante dulce por lo que no os aconsejo que le pongáis mermelada. Además en una tarta bastante contundente, así que le sobran añadidos y os aconsejo que sirváis pequeñas porciones o presentarla en vasos o copas pequeñas.
Este postre lo he preparado en dos ocasiones este verano, la primera vez use un molde de aro de silicona y base de cerámica de 23 cm de diámetro. No tengo foto del corte porque fue para una comida y no dejaron ni las migas, y no era cuestión de servir la tarta en la mesa empezada. En la segunda ocasión preparé vasitos individuales que tomamos después de una barbacoa. Dependerá del tamaño de los vasos que uséis pero yo os aconsejo que no sean muy grandes. Tanto en formato tarta como vasitos, tendréis para 12 raciones perfectamente.
Nos vemos la próxima semana con una ensalada para desintoxicarnos de los excesos del verano.